El proceso es más sencillo que el del jabón en frío porque no hay que esperar para poder usarlo y podemos añadirle la esencia una vez finalizada la saponificación.
Seguiremos el mismo proceso que con el jabón en frío pero esta vez no se le añaden las esencias ni se vierte en el molde en de vez de hacerlo, una vez mezclados los aceites con la sosa, se mete al horno a una temperatura de aproximadamente 80ºC.
De media a una hora aproximadamente veremos como el jabón gelifica. Esto es que se vuelve semilíquido y transparente. Cuando su aspecto sea completamente homogeneo y todo el jabón presente ese aspecto de gel, lo removemos bien y lo dejamos otro ratito en el horno.
Hay que evitar altas temperaturas en el horno que producirían burbujas en el jabón perjudicando su aspecto pero hay que mantener la temperatura lo suficientemente alta como para que el jabón esté fluido.
Un problema que puede darse con determinada facilidad es que al no estar suficientemente trazado el jabón, se separe (se corte) al meterlo en el horno. En ese caso hay que sacarlo, añadir poco a poco agua fría, removiendo hasta que se vuelva a emulsionar. Ese exceso de agua habrá que cocerlo luego de más para que se evapore.
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